miércoles, 19 de diciembre de 2012

Novena al Niño Dios : Cuarto Dia: La Estrella de Belen


 

 

Cuarto día, 19 de diciembre:
La estrella de Belén.
Saludo :

Estar atentos a los signos de los tiempos, es vivir en una relación profunda con Dios, nuestros hermanos y el cosmos. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 Oración para todos los días: 

Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti, no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas; así como te reconocieron Ana y Simeón deseamos reconocerte en el niño que nace en Belén.

Prepara tú nuestros corazones para que recibamos con alegría y compromiso el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros, proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida.
“Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
No cierres tus oídos a nuestra oración
para que meditando el misterio de la encarnación,
sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos,
al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oracion a la Virgen Maria :
Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. (Se reza tres veces el Avemaría).
Oracion a San Jose:
¡Oh Santísimo San José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria). 
Presentación del personaje del día:
Hoy meditaremos sobre la lectura de estos signos en nuestras vidas, recordándolos como aquella gran estrella que anunció el nacimiento del Mesías. La estrella de Belén no es cualquier estrella en el cielo, es el signo que guía hasta encontrar al Salvador que ha nacido, pero solamente pueden darse cuenta de ello los que miran el mundo con ojos que buscan al verdadero Dios. De esta manera, hay muchos detalles en nuestras vidas que nos pueden indicar a este mismo Salvador. No hace falta que sea una estrella de Belén, pero sí que tengamos los ojos y el corazón bien abiertos para que podamos descubrir aquello que nos guía a Jesús.
Lectura Bíblica. (Ap 22,12-17):
Dice el Señor: «Voy a llegar pronto y llevo conmigo el salario para dar a cada uno conforme a su trabajo. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin.
Felices los que lavan sus ropas, porque así tendrán acceso al árbol de la vida, y se les abrirán las puertas de la ciudad. Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira.
Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para decirles lo que se refiere a las Iglesias. Yo soy el Brote y el Descendiente de David, la estrella radiante de la mañana.»
E l Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!» Que el que escucha diga también: «¡Ven!» El que tenga sed, que se acerque, y el que lo desee, reciba gratuitamente el agua de la vida.
Palabra del Señor.

Meditación:
Jesús es la luz, es la estrella radiante de la mañana, es quien nos enseña el rostro del Padre. Su presencia ilumina toda nuestra vida y nos guía a que encontremos el sentido del amor en plenitud; nos convierte en signos radiantes de su alegría para que los demás nos vean como esas estrellas que guían hasta Él. Este es el don gratuito de su amor: su presencia resucitado en el hoy de la historia.
¿Verdaderamente siento a Jesús como la luz de mi vida? ¿Busco ídolos en el cosmos o busco las huellas de la presencia del Señor que me lleven hasta a Él? ¿Soy estrella radiante para los demás o mi vida es opaca, triste, sin reflejar a Jesús?
6.  Oración final y colocación de la estrella de Belén en el pesebre:
Te damos gracias, Señor, porque nos sigues amando,
y nos muestras a través de la creación
el camino que nos lleva a amarte.
Tu Hijo es la estrella radiante de nuestras vidas,
y así, toda la creación se llena de júbilo;
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra:
¡El Salvador ha nacido! ¡Nuestro Rey ha llegado!
Por eso, la alegría se hace presente en la historia,
y el pecado es vencido por tu Amor.
Infunde, Padre, ese espíritu de Amor
en cada uno de nosotros
para que seamos colaboradores de la
historia de salvación que nos revelas a cada instante.
Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
  (Gozos)
Dulce Jesús mío,
mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh sapiencia suma
del Dios soberano,
que a infantil alcance
te rebajas sacro!
¡Oh Divino Niño,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh, Adonaí potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah! ven prontamente
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada
de José, que en lo alto
presentan al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado
lirio de los valles
bella flor del campo!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Llave de David
que abre al desterrado
las cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño,
con tu blanda mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente
sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan preciado,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y, en forma de Niño
da al mísero amparo!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Rey de las naciones,
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Abranse los cielos
y llueva de lo alto
Bienhechor rocío,
como riego santo!
¡Ven hermoso Niño!
Ven Dios humanado
luce, hermosa estrella,
brota flor del campo.

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Ven que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Véante mis ojos,
de ti enamorados!
Bese ya tus plantes,
bese ya tus manos!
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!

¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven, Salvador nuestro,
por quien suspiramos,
Ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!


Oracion al Niño Dios:
Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijisteis a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Vos ¡Oh Jesús, que sois la misma verdad! Venimos a exponeros toda nuestra miseria.
Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concedednos, por los méritos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a Vos ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Despedida:
Que la alegría de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo nos acompañe siempre y la llevemos a los demás. Amén

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