SEXTO día: 21 de diciembre
Los PASTORES Y LAS OVEJAS
Saludo :
El día de hoy deseamos
unirnos a todos los hombres y mujeres que tienen un corazón sencillo, porque
ellos son capaces de descubrir en medio de sus vidas las manifestaciones de
Dios. Jesús lo ha afirmado al decir: “Bienaventurados
los puros de corazón porque ellos verán a Dios”. En un momento de silencio
busquemos a Dios que se hace presente en medio de nosotros, en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración para todos los días:
Aquí estamos, Señor, reunidos en torno a ti, no deseamos nada más sino encontrarte en nuestras vidas; así como te reconocieron Ana y Simeón deseamos reconocerte en el niño que nace en Belén.
Prepara tú nuestros corazones para que recibamos con alegría y compromiso el Reino de Dios que se hace presente entre nosotros, proclamando con todos los ángeles y a través de nuestra vida “Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el
Señor”. No cierres tus oídos a nuestra oración para que meditando el misterio de la encarnación, sigamos más de cerca, con Espíritu de hijos, al crucificado que ha resucitado.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oracion a la Virgen Maria :
Soberana María, que por vuestras grandes virtudes y especialmente por
vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre
suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de
todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento
espiritual de vuestro adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme
algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que aguardasteis
vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por
toda la eternidad. Amén.
(Se reza tres veces el Avemaría).
Oracion a San Jose:
¡Oh Santísimo San José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús.
Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos
ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan
excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño,
me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente,
mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.(Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria).
Presentación del personaje del día;
Los pastores representan a
los pobres del pueblo de Israel, a aquellos que tenían su corazón puesto en el
Señor y que vivían desde las necesidades de cada día que Dios es quien salva.
El rey David había sido un pastor, y Yahvé le llamó para ser rey de Israel; los
pastores del tiempo de Jesús son los primeros llamados a descubrir al Rey de la
Gloria. Este paralelo indica cómo el Reino de Dios se manifiesta en primer
lugar y se construye desde los humildes. Escuchemos el relato del evangelio y
pensemos si nos identificamos con estos pastores.
4. Lectura Bíblica (Lc
2,15-20):
Después de que los ángeles
se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos, pues,
hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer.»
Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido
acostado en el pesebre. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho
del niño. Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo
que decían.
María, por su parte,
guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior.
Después los pastores
regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído,
tal como los ángeles se lo habían anunciado.
Palabra del Señor.
Meditación:
El pobre cree y actúa según
su fe, puesto que para él la esperanza está en el Señor. Muchas veces nos
llenamos de tantas cosas que dejamos de ser pobres y comenzamos a ser ricos en
ideas, cosas, poderes… El pobre no da muchas vueltas y se pone rápidamente en
camino, a ver según lo que le ha dicho el ángel, y no se queda con su fe, sino
que la comparte con los demás.
Hay dos partes importantes
de nuestra fe: oír y ver. Necesitamos escuchar el evangelio, creerlo y luego ir
corriendo a ver, a vivirlo, a tener la experiencia de abandonarnos en los
brazos del Padre. Así, tendremos razones para alabar y glorificar a Dios, de lo
contrario, nuestras alabanzas serán vacías, sin una base de la propia vida.
¿Creo con un corazón pobre o
estoy lleno de tantas cosas que no me permiten creer en la buena noticia de
Jesucristo? ¿Vivo realmente mi fe o está divorciada mi vida de la fe? ¿Mi
alabanza a Dios surge de la propia experiencia de la salvación? ¿Me dejo cuestionar
mi forma de vivir la fe o estoy aferrado a una fe rígida, dejando pasar de
largo al Señor de la Vida?
Oración final y colocación
de las figuras de los pastores y las ovejas en el pesebre:
En los más pobres de tu
pueblo, Señor,
tú manifiestas la grandeza
de tu amor.
Danos un corazón pobre y
humilde,
como el de los pastores a
quienes tus ángeles
anunciaron el nacimiento de
tu Hijo;
para que te podamos
reconocer en los más
necesitados de nuestra
historia,
y, atendiendo su clamor, imitemos
tu amor.
Por Jesucristo Nuestro
Señor. Amén.
(Gozos)
Dulce Jesús mío,mi niño adorado,
¡ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh sapiencia suma
del Dios soberano,
que a infantil alcance
te rebajas sacro!
¡Oh Divino Niño,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Adonaí potente
que, a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
disteis los mandatos!
¡Ah! ven prontamente
para rescatarnos.
Y que un niño débil
muestre fuerte brazo!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh raíz sagrada
de José, que en lo alto
presentan al orbe
tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
que has sido llamado
lirio de los valles
bella flor del campo!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Llave de David
que abre al desterrado
las cerradas puertas
del regio palacio!
¡Sácanos, Oh Niño,
con tu blanda mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh lumbre de Oriente
sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos!
¡Niño tan preciado,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Espejo sin mancha
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y, en forma de Niño
da al mísero amparo!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Rey de las naciones,
Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas
con suave cayado
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Abranse los cielos
y llueva de lo alto
Bienhechor rocío,
como riego santo!
¡Ven hermoso Niño!
Ven Dios humanado
luce, hermosa estrella,
brota flor del campo.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Ven que ya María
previene sus brazos
do su niño vean,
en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Del débil auxilio
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
Véante mis ojos,
de ti enamorados!
Bese ya tus plantes,
bese ya tus manos!
Prosternado en tierra
te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases
te dice mi llanto!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
Ven, Salvador nuestro,
por quien suspiramos,
Ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!
Oracion al Niño Dios:
Acordaos ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! Que dijisteis a la Venerable
Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros
devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad
agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos
de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Vos ¡Oh
Jesús, que sois la misma verdad! Venimos a exponeros toda nuestra
miseria.Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concedednos, por los méritos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto (hacemos nuestra peticion personal).
Nos entregamos a Vos ¡Oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
Despedida:
El Dios que enaltece a los
humildes, nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
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